“Me sentía parte de algo que sabía que iba a poder ayudar a personas”
DG Florencia Toscani, Egresada 2019
- ¿Cómo descubriste a Fundación Gutenberg?
- Me la recomendó un amigo que ya estudiaba ahí. Yo ingresé en el 2013, pero venía de hacer el CBC en la UBA, donde estuve un año y dejé porque me quedaba muy lejos, además de otros asuntos.
En Gutenberg entré con algo de expectativa y me encantó. Cuando llegás te tratan de otra manera. Te sentís más contenida por los profesores, algo que no se da en otros lugares.
El hecho de haber cursado en la FADU me sirvió para comparar experiencias. Por ejemplo, en el CBC había tenido filosofía pero desde el primer momento, por lo menos para mí, no supieron cómo hacer que sea “amigable”. En la Gutenberg me di cuenta que tiene mucho que ver cómo se da una materia, me gustó mucho porque todo el contenido se podía relacionar a lo actual. Siento que me cambió mucho la perspectiva desde donde venía.
- ¿Cómo fue la experiencia de integrar trabajo y estudio al mismo tiempo?
- Cuando empecé la carrera ya estaba trabajando. Al principio me anoté en muchas materias pero después bajé el ritmo porque cada vez eran más complejas. Me terminé recibiendo en el 2019, tardé seis años porque lógicamente que trabajando se hacía complicado.
Era difícil porque trabajaba en un local de ropa desde las 8 hasta las 18. A las 19 entraba a cursar hasta las 22. Cuando llegaba a mi casa, cenaba y me tenía que poner a hacer trabajos prácticos, estudiar y sino dedicarle tiempo, los fines de semanas.
Después me pasaron a las oficinas y ese fue mi primer paso profesional en diseño, me pedían que use Illustrator para diseñar piezas básicas. Más adelante, me surgió la oportunidad de trabajar en una importadora de juguetes como diseñadora gráfica específicamente. En ese lugar aprendía algo nuevo todos los días porque me tocaba hacer desde packaging, hasta los catálogos o stand para ferias. Ese trabajo me brindó mucha experiencia.
Al mismo tiempo seguía estudiando y ahí me di cuenta de la importancia de poder dedicarle tiempo a los trabajos prácticos.
-¿Qué le dirías a alguien que hoy está en la misma situación de estudiar y trabajar?
-Por un lado, siempre voy a defender la idea de que si podés trabajar para mantenerte la carrera y no depender de nadie, es genial y uno valora mucho más el esfuerzo diario. Pero por otro lado, el que no trabaja puede rendir mejor en las cursadas, seguramente. Obviamente, si hubiese podido trabajar medio día, habría sido lo ideal, pero nadie murió por hacer todo junto. Si te gusta lo que estás haciendo y estás motivado, se puede. Además, si tenés buenos compañeros y si los profesores son copados, no lo sufrís tanto. En el momento quizás lo ves como que es muy complejo todo, pero no es algo imposible de hacer.
-Mencionaste algunas veces la atención de los profesores de Gutenberg, ¿Por qué sentís que es un factor determinante?
-Del lado de los profesores, en su mayoría, fueron grandes contenedores. Poniendo un ejemplo personal, un día, cuando ya trabajaba de diseñadora, tenía un problema con un packaging, a lo que me comuniqué con uno de los profesores, Marcelo Felipe, y me dijo “venite a la facu antes de cursar y te explico”. Claramente, no tenía por qué hacerlo, pero igual se tomó el tiempo para enseñarme y finalmente obtuve buenos resultados.
-Volviendo a tu paso por Gutenberg, ¿Qué fue lo que más te gustó a lo largo de la carrera?
-En lo que hace al diseño me interesó mucho todo lo que es UX y UI. Cuando me tocaba esa materia ya iba contenta a cursar, porque aprendí mucho desde la psicología del usuario también.
También disfruté mucho algunos trabajos prácticos, en particular, como el proyecto de diseño editorial para los chicos de una escuela rural de Misiones (NdeR: JA JE JO’U). Era un trabajo súper complejo porque estaba atravesado por una causa social y se tenía que trabajar con diferentes lenguajes e idiomas. Pero cuando entra en juego la sociedad, uno lo hace con más ganas y te motiva el compromiso. Este trabajo me encantó porque me sentía parte de algo que sabía que iba a poder ayudar a personas y te permite descubrir y reconfirmar para qué sirve es el diseño. Siento que ese proyecto me abrió los ojos.
-Finalmente, ¿En qué etapa de tu vida profesional estás hoy?
-En plena pandemia renuncié a mi trabajo bajo dependencia y ahora estoy sola con mi propio emprendimiento llamado “Grow Design”. Con el tiempo, los que más surgieron fueron diseños de piezas para redes sociales, y hoy estoy manejando 15 cuentas aproximadamente, junto con compañeras que también se graduaron en la Gutenberg. Esto fue surgiendo de necesidades puntuales y recordar que había alguien que lo hacía.
Creo que con la pandemia todo lo que es publicidad y marketing creció enormemente porque los negocios se dieron cuenta que no pueden estar ausentes en ese mercado. Eso ayudó mucho.
Actualmente, me cuesta creer que ya hace tres años soy independiente. Finalmente logré estar estabilizada, lo cual en el mundo freelance es muy difícil. Lógicamente, muchas veces tengo crisis de querer volver a la relación de dependencia, no porque me fuera mal, sino por la complejidad de todo. Lo que implica aprender, cobrar, pagar impuestos, solucionar problemas, dar la cara frente al cliente, defender tus argumentos, entre otras cosas. Al principio, cada paso que se dé, va a dar miedo, desde hablar con un cliente, presupuestar, cotizar y miles de cosas; pero después, con el paso del tiempo uno va ganando más confianza en sí mismo y te parás desde otro lugar con mucha más seguridad y valorando todo el tiempo que invertiste durante años.
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