Al igual que el feedback, la delegación es una de las capacidades que más nos cuesta desarrollar. ¿Pero por qué? 

Porque implica la participación de dos personas, el que da la tarea y el que la recibe, y porque ambos están aprendiendo. 

Quien da la tarea está desprendiéndose de un modo de hacer las cosas que habita en su zona de confort, y que quizás, lo llevó al éxito. Ese desprendimiento representa el potencial peligro de afectar lo que hemos logrado. Y eso nos genera miedo. Por un lado, está la potencialidad de ir por más y por otro el miedo de que, al hacerlo, estemos poniendo en riesgo lo logrado. 

Por su parte quien toma la tarea también modifica su zona de confort. Deberá aprender a llevar adelante algo que no le resulta habitual, y hasta que eso suceda atravesará un tiempo de incomodidad. 

Es importante reconocer que lo que ponemos en juego al delegar no es solo una tarea, sino el compromiso de cumplir los objetivos dentro de ciertos estándares. Por eso quien delega necesita crear el contexto de confianza para que quien toma pueda hacerlo con autonomía, conservando esos estándares.

Otro de los inconvenientes que encontramos a la hora de delegar es el intento de volver al comportamiento anterior a la delegación en el primer error que comete quien tomó la tarea o por ausencia de una estrategia clara.

Para evitar estas dificultades será clave reconocer la estrategia asociada a la delegación, es decir, ¿a qué destinaremos el tiempo y capacidad operativa que dejaremos libre? 

La delegación efectiva es una herramienta crucial para el desarrollo. Nos Permite incorporar habilidades y desarrollar talento a través del desafío. Si no lo hacemos el talento actual puede quedar desperdiciado y el talento potencial que necesitaremos en el futuro puede quedar subdesarrollado.

¿Y vos, delegas? ¿Que dificultades encontras en el camino?

En la siguiente nota Delegar 6 pasos fundamentales la autora nos ofrece algunos consejos