Desde la irrupción de los plásticos como material de envase, su consideración pasó de ser un milagro en el siglo XX a una catástrofe en el XXI. Dejando los extremos de lado (ni un milagro entonces, ni una catástrofe ahora), ¿realmente conocemos lo que implica el uso de plásticos para envasado o solo estamos viendo partes fragmentadas de una problemática de características multicausales? ¿El plástico contamina? Pues dejemos entonces de usarlo.

Lo cierto es que a medida que nos alejamos para intentar ver todo el ciclo, vemos que las respuestas comienzan a enfrentarse con algunos dilemas: ¿Está bien envasar una hortaliza o una fruta con un envoltorio plástico? Algunos podrán decir que es un caso explícito de sobre envasado, donde se agrega una protección sintética a algo que naturalmente lo contiene (la cáscara), pero cambiando el foco y analizando el porcentaje de agua que pierde una hortaliza envasada respecto a una sin envasar, vemos que el envase muchas veces oficia como un prolongador de su vida útil, permitiendo que ese alimento que demandó recursos naturales, energéticos y humanos para su generación, pude llegar a ser consumido, cumpliendo con su fin.

Entonces, ¿nos estamos haciendo las preguntas correctas? ¿qué representa en nosotros las imágenes de islas de residuos plásticos flotando en el océano? Probablemente eso impacte por la crudeza, pero tal vez haya algo más preocupante y es que ante nuestros ojos lo que flota es el resultado de nuestro mal comportamiento a la hora de gestionar los residuos.

En esa búsqueda, tal vez surjan interesantes cuestionamientos para ser debatidos: ¿Existe una correlación entre la preocupación que manifestamos y las acciones que llevamos a cabo a la hora de consumir un producto envasado? ¿Han evolucionado los procesos de fabricación de envases plásticos y envasado al igual que otras áreas tales como la informática o la medicina? ¿Es acaso el tema de la sustentabilidad un asunto de países o sociedades ricas? ¿Cómo hará la industria de los envases para acompañar el crecimiento de la clase media mundial de forma sostenible? Existe un indicador cuando hablamos de sostenibilidad que se lo conoce como “el día de sobregiro de la tierra”, el cual hace referencia al momento del año en el cual la humanidad termina de consumir los recursos que la naturaleza podía generar ese mismo año. Dicho de otro modo, y en términos económicos, pasamos a estar en déficit. Si hoy en día, agotamos nuestro presupuesto el 22 de agosto (ese fue el día de sobregiro de la tierra en 2020), y el resto de los meses los tomamos como deuda, ¿podrá la industria responder al reto que significa mejorar ese índice previendo el crecimiento de la población y el consumo a nivel mundial en las próximas décadas? 

Tal vez, esta charla sea una buena ocasión para detenernos en un mismo tema, pero observándolo desde distintos enfoques de modo de intentar comprender más sobre la problemática, los beneficios y las tendencias en su uso y transformación.